¿El juego de la vida? Cuando encuentro las
fichas me desparece el tablero. Cuando encuentro el tablero me desaparecen las
fichas. Cuando por fin reúno tablero y fichas, caigo en la cuenta de que no sé
las normas. Cuando averiguo las normas descubro que el reloj no ha dejado de
contar y que mi tiempo se ha acabado. Y de repente, caigo en la cuenta… ¡Ahí
está la gracia! El juego de la vida no se llega a jugar nunca. No es un juego
como los otros. No se trata de ver quién llega a la meta, se trata de ver quién
consigue ponerse a tiempo en posición de salida.
viernes, 28 de septiembre de 2012
jueves, 27 de septiembre de 2012
PICASSO: EL EGOISMO EN EL GENIO ¿CAPRICHO O NECESIDAD?
Después de leer los artículos de Elena Foster y de Rosa Olivares sobre las mujeres de Picasso publicado en el suplemento de moda de El País vuelvo a plantearme la vieja pregunta: ¿Tiene que ser necesariamente egoísta el genio? Veamos algunas pistas:
-"Pero Picasso era ante todo un espíritu libre. Nunca permitió que su amor por una mujer controlase su genio, su vida, sus decisiones. vivía el presente en el amor y cuando este resultaba cansino, cortaba radicalmente las amarras y se iba a otro puerto a buscar inspiración" (Elena Foster)
-"Picasso mantiene relaciones prolongadas, tiene hijos con sus parejas, pero cuando las abandona, también abandona a sus hijos, rompiendo el hilo nuclear de la familia. Los hijos son una consecuencia, nunca importan en sí mismos." (Rosa Olivares)
Otro dato, después de su muerte, dos de sus mujeres se suicidaron y Dora Maar tuvo que ser internada en un manicomio después de ser abandonada por Picasso. Ella dijo esta frase terrible: "Después de Picasso, sólo Dios". ¿Por qué era tan profunda la huella que dejaba en ellas? ¿De quién se enamoraban, del genio o del hombre? ¿Se podía separar una cosa de la otra?
martes, 25 de septiembre de 2012
De noche, junto al fuego...
"Estábamos
hablando de Kerensky, de cómo la iglesia ortodoxa de Nueva York no había
querido enterrarlo porque le acusaban de ser uno de los principales culpables
del comunismo ruso. Kerensky había intentado mantener a raya a los comunistas.
Cuando asaltaron el palacio de invierno tuvo que escapar vestido de enfermera.
Luego tuvo que emigrar a America. Perdió a amigos y familiares. Y a punto
estuvo de perder su propia vida. ¿Y todo para qué? Para que luego no le
quisieran dejar en paz ni después de muerto. Aquello era injusto. Recuerdo que
me indigné al oír la historia. La iglesia rusa de 1917, ¿qué había hecho para
parar el comunismo?, ¿cómo se atrevían entonces a calumniar a Kerensky? La
iglesia rusa y el Zar, con su miopía y su egoísmo, eran los verdaderos
culpables. Él al menos intentó hacer algo. Acusó a Lenin de actuar a favor de
Alemania. Mostró los documentos que probaban la relación de Lenin con los
servicios secretos alemanes. Pero luego las cosas se torcieron. Lenin tuvo
suerte y supo aprovecharla. Y supo ser despiadado porque la situación no iba a
resolverse con valentía o con dignidad, sino con crueldad y cinismo. Rusia era
un enorme buque a la deriva y el timón fue a parar a las manos de Lenin, no
porque los demás confiaran en él sino porque él acabó con todos los demás. Y
Kerensky tuvo que aceptar la humillación, la derrota, la tristeza de ver como
su país pasaba de una dictadura a otra, y la mentira, la mentira que cayó sobre
él y sobre su familia como un manto negro, la mentira que lo enterró en vida y
le persiguió hasta la tumba."
(Extracto de la novela El diario perdido de K, de A. V. F.)
miércoles, 5 de septiembre de 2012
JUICIO
No alegaré nada en mi defensa.
Tú seguías leyendo biografías de poetas
locos mientras a nuestro alrededor
crecían los niños y las tormentas.
Desde que he olvidado el
miedo a la vida,
me produce un pavor
espantoso la muerte,
dijiste. Te comprendí.
Resultaba arduo tender el puente cuando
no había más que lodo en la orilla.
Es inútil, detrás de cada
nube
se esconde otra nube más
grande,
murmuré sin querer.
Cogimos nuestras pieles disecadas
y nos marchamos.
(Poema de A. V. F. perteneciente al libro "Historias de Fantasmas", Ayuntamiento de Armilla, 2000)
(Foto del autor)
HACE CASI VEINTE AÑOS...
La ciudad nos ofrecía sus encantos
LA FUENTE
La ciudad nos ofrecía sus encantos
cual decadente y lasciva
dama.
Ni por asomo sospechaba
que después de treinta horas
de tren,
tan sólo anhelábamos un
lugar tranquilo
donde
entregarnos sin lucha
al dulce
sueño del olvido.
Un chico argentino nos había
hablado
de un parque en las afueras,
extenso,
frondoso, custodiado por una verja
de fácil
franqueo.
y decidimos pasar la noche
allí.
(Hacia buen
tiempo, podíamos permitirnos
el capricho
de ser pobres
en la ciudad más rica.)
No nos
arrepentimos en absoluto.
Al margen
de algún pequeño accidente
–del que
salieron peor paradas las arañas
que
nosotros–, dormimos,
llanamente
hablando, de maravilla
–incluso
diría que mejor
que en la
propia cama,
aunque tal vez
se debió a
la fatiga,
más que al
lecho de tierra y hojas–.
Por la mañana, dejando atrás
a los otros,
fui a lavarme a una fuente
cercana.
Cuando la niebla se disipó,
descubrí
encantado
que al otro
lado del canal,
estaba la
iglesia barroca
de Santa
María de la Salud,
la misma que en clase había
aprendido
que fue obra de Baltasar
Longhena,
la misma
que una aburrida tarde de
invierno,
me había hecho pensar que
era
ABSOLUTAMENTE IMPRESCINDIBLE
salir de una vez por todas
de viaje.
Aquel día dejamos
las mochilas en la consigna
de la estación
y como un grupo de turistas
cualquiera,
recorrimos la ciudad entera.
Mas
si alguien me pregunta
qué imagen prefiero,
respondería de inmediato que
la que vi
desde esa fuente sin nombre,
con los ojos pasmados y la
mente
a medio despertar,
y si alguien me cuenta
que ha estado en Venecia,
que ha visto
San Marcos, que ha hecho
muchas fotos,
yo pienso
"pobre hombre, que
engañado está",
y cambio de tema,
mientras oculto la sonrisa
irónica
que sin querer
se me escapa
martes, 14 de agosto de 2012
AUTORRETRATO
"En el fondo echaba en falta el contacto continuo con los escritores, esos seres tan disparatados y extraños, tan egocéntricos y complicados, tan imbéciles la mayoría. Ah, los escritores. Sí, es verdad que les echaba en falta, aunque eran muy pesados. Todos tan obsesivos."
Enrique Vila-Matas, Dublinesca.
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