sábado, 18 de febrero de 2023

 



 Máscaras: el juego inocente




No hay juegos inocentes. No hay días que no dejen su marca, su minúscula erosión, su daño aparentemente invisible. Y pese a todo jugamos, jugamos de niños, jugamos de adulto. Necesitamos jugar. Jugar para volver ser niños, jugar para aprender a ser adultos.

Jugamos con muchas cosas, de muchas maneras. A veces jugamos con máscaras. Y a veces las máscaras que nos ponemos jugando tapan las mascaras que llevamos sin querer. Por obligación. Porque la vida nos las ha ido poniendo. Todos estamos tan acostumbrados a llevar las máscaras diarias, las del trabajo, las de la vida social, las de la vida familiar que no nos damos cuenta. Y la máscara se pega a la piel y se convierte en otra piel. Hasta que un día, de cualquier manera, vuelve el juego, vuelva la verdad, vuelve el rostro que tenemos debajo.

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