(SALA DE ESPERA, TERCERA PARTE. ADELANTO, 2)
domingo, 10 de junio de 2018
martes, 5 de junio de 2018
Sala de espera. Tercera parte.
Un adelanto...
Vía ancha y uno de los proyectos ferroviarios más
desmesurados de este país, un país donde, dicho sea de paso, abundan los
proyectos ferroviarios desmesurados. No tuvo tan mala suerte como el
Baeza-Utiel pero casi, porque si bien funcionó en la mayor parte de su
recorrido, se quedó sin ser completado, lo que no impidió que se enterraran un
buen montón de millones de pesetas (en un momento, la inmediata posguerra, en
el que las pesetas eran una cosa muy seria) en un larguísimo túnel que no
desembocaba a ninguna parte. Y no es una metáfora, porque el túnel de La
Engaña, bajo la Cordillera Cantábrica, iba a ser el túnel más largo de España
(siempre con premiso del túnel de Canfranc, que como sabemos es mitad francés),
y lo fue, porque el túnel se terminó. Se terminó pero no llegó a usarse nunca,
al menos no para el paso de los trenes, aunque según se cuenta algunos
camioneros de la zona lo utilizaban como una ruta alternativa al Puerto del
Escudo.
(...)
PRÓXIMAMENTE...
lunes, 4 de junio de 2018
UN ADELANTO...
Maneras de no mirar el mundo. Podría decir que el
móvil es una manera de no mirar el mundo, pero esto supondría aceptar la
afirmación de que sin el móvil (y antes del móvil) sí mirábamos el mundo. Y no
puedo aceptar esa afirmación. No puedo aceptarla porque creo que nunca hemos
mirado el mundo, nunca hemos mirado cómo es realmente el mundo. Porque eso da
miedo, porque la realidad a veces es resplandeciente, tan brillante que quema
las pupilas, pero otras veces es sucia, oscura, turbia, fea, desagradable,
molesta, insoportablemente dolorosa, o insoportablemente anodina. Y por eso
siempre miramos el mundo de reojo, siempre pasamos de puntillas por la
realidad. Y nos inventamos la literatura, y la filosofía, y caemos en los
tópicos y caemos en nuestras propias mentiras inútiles. Y buscamos en la
religión o en el capitalismo, en el placer inmediato o en la renuncia ascética.
Todo vale. Todo menos mirar la desnudez del mundo, la desnudez de la realidad.
Y en eso el móvil nos ha venido a salvar. Ahora ya tenemos excusa para no mirar
el mundo. Miramos la pantalla del móvil. Miramos el mundo una vez ha sido
capturado por el móvil. Una vez ha sido filtrado, descontaminado, suavizado,
diluido, lavado por la tecnología mágica del móvil. Un ritual aparentemente
inofensivo y aséptico que nos salva de mirar a las cosas cara a cara. De tener
que fijar los ojos y captar detalles que no queremos ver. De tener que
explicarnos con palabras que son costosas de encontrar lo que una imagen
seleccionada y enmarcada nos enseña y nos esconde con la rapidez que
necesitamos para quedarnos tranquilos, no tocados, no señalados, simplemente
esbozados. ¿Porqué quién quiere más, quién quiere bajar las escaleras del
sótano? La realidad ha muerto. Viva la tecnología.
PRÓXIMAMENTE...
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