¡Qué asco de trabajo!
No sé de qué se quejan, se indignó la muerte. He llamado a
los del sorteo de hoy y todos se han enfadado. Antes también se enfadaban. ¡Y
se quejaban! ¡Cómo se quejaban! Me decían que era cruel, que eso se avisa, que
no podía venir y llevármelos así, por las buenas, sin que tuvieran tiempo para
despedirse o para lo que fuera. ¡Tiempo! ¡Tiempo! ¡Siempre me pedían tiempo!
Al final, de tan pesado y llorones que se ponían decidí
darles ese gusto. Y lo hice porque yo quise, que conste, que a mí no me dice
nadie lo que tengo que hacer.
Ahora me molesto en llamarlos por teléfono para decirles que
les quedan 24 horas y se me enfadan igual. Y eso que yo nunca he llamado por
teléfono. A mí lo que me gusta es aparecer cuando menos se lo esperan y darles
un susto de muerte, un susto de muerte nunca mejor dicho, vaya, que una también
tiene su sentido de humor…
La cosa es que al final intento ser amable y qué consigo.
Nada. Se me enfadan igual. Les doy 24 horas y no hacen otra cosa que lamentarse
y lamentarse. Estoy harta, de verdad. ¡Qué asco de trabajo!
(foto del autor)
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