(Recupero un texto publicado hace ya unos cuantos años, que a veces algunos no quieren salir del remolino donde pescan bien...)
¡¡Qué vienen los bárbaros!!
¿PODEMOS radicales?
Ser radical es esto:
“Jóvenes bárbaros de hoy, entrad a saco en la civilización
decadente y miserable de este país sin ventura, destruid sus templos, acabad
con sus dioses, alzad el velo de las novicias y elevarlas a la categoría de
madres para virilizar la especie, penetrad en los registros de la propiedad y
haced hogueras con sus papeles para que el fuego purifique la infame
organización social”…
¿Por Dios, quién es el loco que escribió esto? Pues un
republicano llamado Alejandro Lerroux que por entonces, esto es, en 1906 aún no
había fundado su propio partido, que se fundará dos años después con el nombre
de Partido Republicano Radical. Y sí, vaya si eran radicales. Con algo así hoy
estaría en la cárcel… De hecho, he tenido que leerlo varias veces porque no me
lo acababa de creer…
Convertir en madres a las monjas (por suerte no aclara si
con su participación activa o pasiva, porque Lerroux era un radical y un
anticlerical, pero no un violador, ¿o sí?). Lo que sí que era, desde luego, es
un incendiario… “Penetrad en los registros de la propiedad y haced hogueras con
sus papeles”. Más claro agua. Y sin
embargo, cuando 3 años después a los barceloneses les dio por hacerle caso y
empezaron a quemar edificios en la Semana Trágica, a quien condenaron a muerte
como autor intelectual de la rebelión y los desmanes anarquistas no fue a
Lerroux sino al bueno de Ferrer y Guardia, que puede que en su pasado hubiera
sido un poco travieso pero que en ese momento se dedicaba tranquilamente a sus
Escuelas Modernas y que, para más inri, en esos días ni siquiera había estado
en Barcelona.
¿Y ahora os preguntaréis que pasó con el bestia de Lerroux,
no?
Pues saltemos a 1933. El bestia de Lerroux es todo un señor
de lo más formal. Tan formal que es el presidente del gobierno de España, un
gobierno republicano de derechas que además, mira tú por donde, gobierna con la
ayuda de un partido católico, la CEDA. De hecho, en 1934 Lerroux mete a tres
ministros de la CEDA en su gobierno y se monta un lío tremendo, porque la
izquierda se lo toma muy mal, empieza con una huelga general y acaba con la
fallida (pero muy violenta y con una represión terrible) Revolución de Asturias
de octubre del 34, el que para muchos es el primer ensayo de la Guerra Civil.
¿Moraleja? Que cuando eres joven está muy bien eso de ir
diciendo que “hay que destruir la iglesia”, y ser radical y dar miedo a los
buenos burgueses pero luego uno crece y el poder es el poder y la pasta es la
pasta, y eso le pasó a nuestro Lerroux, que la pasta es la pasta y al final
tuvo que dimitir por varios escándalos de corrupción. Y así pasamos del “Hay
que destruirlo todo para hacerlo todo de nuevo” al “Dame la comisión que me
toca o te quedas sin la licencia”. ¡¡Qué cosas tiene la política, verdad!!
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