UN ADELANTO...
Maneras de no mirar el mundo. Podría decir que el
móvil es una manera de no mirar el mundo, pero esto supondría aceptar la
afirmación de que sin el móvil (y antes del móvil) sí mirábamos el mundo. Y no
puedo aceptar esa afirmación. No puedo aceptarla porque creo que nunca hemos
mirado el mundo, nunca hemos mirado cómo es realmente el mundo. Porque eso da
miedo, porque la realidad a veces es resplandeciente, tan brillante que quema
las pupilas, pero otras veces es sucia, oscura, turbia, fea, desagradable,
molesta, insoportablemente dolorosa, o insoportablemente anodina. Y por eso
siempre miramos el mundo de reojo, siempre pasamos de puntillas por la
realidad. Y nos inventamos la literatura, y la filosofía, y caemos en los
tópicos y caemos en nuestras propias mentiras inútiles. Y buscamos en la
religión o en el capitalismo, en el placer inmediato o en la renuncia ascética.
Todo vale. Todo menos mirar la desnudez del mundo, la desnudez de la realidad.
Y en eso el móvil nos ha venido a salvar. Ahora ya tenemos excusa para no mirar
el mundo. Miramos la pantalla del móvil. Miramos el mundo una vez ha sido
capturado por el móvil. Una vez ha sido filtrado, descontaminado, suavizado,
diluido, lavado por la tecnología mágica del móvil. Un ritual aparentemente
inofensivo y aséptico que nos salva de mirar a las cosas cara a cara. De tener
que fijar los ojos y captar detalles que no queremos ver. De tener que
explicarnos con palabras que son costosas de encontrar lo que una imagen
seleccionada y enmarcada nos enseña y nos esconde con la rapidez que
necesitamos para quedarnos tranquilos, no tocados, no señalados, simplemente
esbozados. ¿Porqué quién quiere más, quién quiere bajar las escaleras del
sótano? La realidad ha muerto. Viva la tecnología.
PRÓXIMAMENTE...
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